"¿Cómo está su fiebre?" Él extendió la mano con su pata delantera, Yoko retrocedió inmediatamente. La rata jaló de sus bigotes y recogió la tela húmeda que había caído hacia la colcha desde la frente de la joven. Él debió notar que Yoko tenía la espada aferrada a su pecho, pero no dijo nada. Puso la tela en la cubeta mirando el rostro de Yoko. "¿Cómo se siente usted? ¿Quiere algo de comer?" Yoko mueve su cabeza como respuesta negativa. La rata jaló sus bigotes, tomó una taza de la mesa y dijo: "Es medicina". "¿Quiere beberla?" Yoko negó con su cabeza nuevamente. Ella no podía arriesgarse, no podía exponerse a cualquier posible amenaza. La rata reflexionó un momento, llevó la taza a su boca y ,cuando ella miró, bebió un poco. "Vea, es medicina ordinaria". "Es un poco amarga, pero es la única forma de bajar la fiebre".Él volvió a ofrecerle la medicina, pero Yoko volvió a negarse. Confundido, la rata rascó el pelaje detrás de su oreja y exclamó. "De acuerdo, entonces... ¿Qué puedo ofrecerle?"
"Si usted no bebe o come algo, no recuperará su fuerza".
"¿Qué tal un poco de té, leche de cabra o un budín de arroz?" Yoko se negó a responder. La rata suspiró, como intentando deducir que podía hacer él. "Usted ha estado durmiendo durante tres días, si yo quisiera dañarla habría tenido todo el tiempo del mundo, espero que pueda usted entender eso". La rata gesticuló con la punta de su nariz hacia donde Yoko resguardaba la espada. "Incluso usted continúa escondiendo esa espada de mi".
"¿Aún no tiene algo de confianza en mi?" | 
