"Bien, hemos conseguido algo", exclamó la rata con un tono de voz alegre. Extendió su mano nuevamente, pero en esta oportunidad Yoko no se alejó. Tocó su frente y dijo: "Aún tiene un poco de fiebre, pero ha bajado mucho". "Quédese aquí y descanse". "¿Hay algo que yo pueda conseguirle?" "Agua...", dijo Yoko con cierta inseguridad. La oreja del roedor dio un pequeño golpe hacia atrás y adelante. "Agua, perfecto". "¡Así que usted puede hablar, le traeré agua inmediatamente!" "Si necesita levantarse, puede envolverse en la colcha". Sin esperar una respuesta de Yoko, el roedor salió de la habitación. Su cola, cubierta de un corto pelaje, oscilaba de un lado a otro como si eso le ayudara a mantener el equilibrio. Unos minutos más tarde la rata regresó con un jarro, una taza y un pequeño recipiente. El agua tibia estaba deliciosa, ella bebió todo el contenido rápidamente. Ella observó el recipiente y sintió el aroma del alcohol. "¿Qué trae usted allí?" "Son melocotones con vino y azúcar, cocidos a fuego lento". "¿Quiere probar uno?" Yoko asintió con la cabeza. Se volvió hacia la rata y dijo... "Gracias" Los pelos de su bigote se balancearon. El pelaje de sus mejillas se replegó, sus ojos se arquearon alegremente y sonrió. "Mi nombre es Rakushun", dijo él. "¿Y usted es?" La pregunta la tomó por sorpresa y simplemente respondió, "Yoko". |