"No existe comparación". "No entiendo cómo puede usted viajar así". "¿Qué oportunidad de sobrevivir tiene una niña de su edad, viajando sola, si un yoma la ataca?"

"¿Y qué hay con usted?". "¿Acaso usted tendría oportunidad si un grupo de yoman lo atacan?"

"Yo..."

"Asumamos que es atacado, la reacción más lógica es huir lo más lejos posible". "¿Para qué desea arriesgarse?" "¿Entonces, no sería mejor partir ahora y cederme el cuarto?".

Gankyu tomó su cabeza con sus manos y se acuclilló.

"Escucha, muchacha..."

"Es posible que cualquiera de los aquí presentes se convierta en rey". "Si usted desea decirme algo entonces, yo lo escucharé gustosa".

"Kokai no es un lugar seguro..."

Firme en su lugar, la chica miraba a Gankyu.

"Yo no voy al Monte Ho", dijo él. "Es correcto que me dirijo a Kokai, pero voy a capturar yojyus para entrenarlos como bestias de montar". "¿Conoce usted alguna persona que se dedique a este oficio?"

"Pues, realmente no".

"Se nos conoce con el nombre de cazadores de cadáveres". "Los cazadores de yojyu forman equipos para trabajar juntos, pero con cierta frecuencia las capturas suelen fracasar y debemos volver con los cadáveres de nuestros compañeros sobre los hombros". "Es esa clase de trabajo".

Hace dos años, durante el equinoccio vernal, los compañeros de equipo de Gankyu murieron en Kokai durante una captura. En un área rocosa, ellos habían logrado acorralar a seis kijyu, pero dos de sus camaradas fueron sorprendidos por un yoma. Si el monstruo no hubiera saciado su apetito luego de comer a esos infortunados hombres, posiblemente Gankyu tampoco habría vuelto. Bajo esas circunstancias, Gankyu se vio forzado a permanecer en Kokai hasta el solsticio de invierno, logrando capturar un yojyu, su actual haku. Desde entonces, Gankyu se dedicó a entrenar al haku que había capturado y por esa razón no pudo llegar a Kenjo durante el equinoccio vernal del año anterior.