"Míralo por ti mismo, me encuentro bien". "¿Pero cómo están las cosas en Ken?" "¿Sabes de ataques de yoman?"

"Aparecen de vez en vez". Mencionó el chico con tono algo brusco, porque ya era demasiado tarde para irse. Habían pasado veintisiete años desde la muerte del último rey y la nación estaba declinando. Desde el comienzo, las ciudades en el interior de Ken se habían preparado para luchar contra los yoman, y es probable que existieran más apariciones de yoman en otras prefecturas. El chico exhalo como si procurara olvidar algo y recogió las riendas mientras admiraba al kijyu.

"¿Cómo se llama esta raza de kijyu?"

Era un yojyu parecido a un caballo, con un solo cuerno puntiagudo y en lugar de cascos tenía enormes garras que impresionaban al verlas. Gankyu le dio una pequeña suma de dinero al chico y descargó su equipaje del kijyu.

"Es un haku" respondió.

Gankyu dio unas palmadas al costado del kijyu y un suave golpe amistoso a Shomei en la cabeza. Gankyu extrajo un pequeño objeto cuadrado y entró en el edificio. Al atravesar la entrada una voz lo saludó, vino de un hombre que le daba la espalda.

"¿Se quedará toda la noche?" El hombre irguió la cabeza de su baja posición y volteó hacia Gankyu, con una amplia sonrisa. Con ese movimiento, Gankyu pudo ver a una muchacha algo polvorienta que estaba de pié frente al hombre. Él pensó que el hombre tenía algún asunto inconcluso con la muchacha, pero de todas formas, el hombre la había dejado atrás y se dirigía hacia Gankyu con un largos pasos oscilantes.

"¿Gankyu, cierto?" "¿Y qué hará?" "¿Se quedará un rato, o no?"

"No será por mucho tiempo. ¿Tiene usted vacantes?"

"Oh, si". "Creo que tenemos alguna".

El posadero estaba contento por algo. Su cara se iluminó con una sonrisa cuando tomó el equipaje de Gankyu.

"Ah, comprendo". "Pero, no tiene que ser su mejor cuarto, cualquier habitación en la que pueda dormir estará bien".