El kijyu tomó un segundo impulso volviendo a ganar velocidad. El sol que se levantaba sobre este, lanzaba las sombras hacia el oeste. Las Montañas Kongou obstruían completamente la vista frontal. Las cimas de las montañas sobresalían del mar como enormes colmillos. La inmensidad de las rocas se hacía más evidente cada vez que el kijyu ganaba altura. En la base de las montañas (pero alejado de Kokai) podía verse un pequeño banco de arena. En comparación con las montañas el kijyu parecía un pequeño punto acercándose a un banco de arena casi imperceptible. Cuando el kijyu logra una distancia apropiada, quedó claro que no se trataba de un banco de arena, sino de una espaciosa área de tierra firme. Cuando el kijyu finalmente se acercó, los inclinados bordes de tierra se pusieron claros y se podía observar un puerto en la zona norte, que recibía un barco con todas sus velas desplegadas. Deslizándose desde el cielo sobre el puerto, la bestia de montar se adentró en línea recta manteniendo su dirección hacia las distantes Montañas Kongou. Dejando caer una pequeña sombra negra sobre los cultivos avanzó hacia el interior del territorio. Las copas de los árboles comenzaban a brotar, y como una llovizna, la bestia de montar se deslizaba sobre ellas. Luego atravesó, como ermita dormido, los cielos de un antiguo poblado en forma rápida y limpia. Cada vez que pasaba sobre una sección de tierra la bestia descendía. Finalmente llegó a las afueras de una ciudad ubicada en la base de unas colinas que parecían fundirse con la lejana cordillera. Una gran muralla delimitaba la ciudad, que se extendía en ambas direcciones hasta llegar a los riscos de las colinas. El camino se dirigía hacia un portón de acceso. Allí el sol proyectaba largas sombras de personas, en apariencia viajeros, que se dirigían presurosos hacia la ciudad. Las personas voltearon hacia el kijyu al ver su sombra en el piso, proyectada desde el cielo. Las personas estaban esparcidas por todas partes y el kijyu aterrizó donde pudo encontrar un espacio. "¿Qué sucede?" Dijo su jinete. "Si el kijyu ha descendido, el camino debe terminar aquí", dijo una voz desde el camino. Indiferente, el hombre desmontó del kijyu. No aparentaba tener más de treinta años, observó a su alrededor y notó un cartel colocado sobre las puertas de la muralla. "Kenjo" decía. La ciudad llamada Kenjo, que se encontraba en la prefectura de Ken en el país conocido como Kyo, era un área de tierra desplazada en dirección a las Montañas Kongou, similar a un gran banco de arena. |