"Al salir podríamos verificar si el intenso reflejo proveniente de la tierra, no nos impide ver el paisaje".

Taiki respondió asintiendo con su cabeza en forma entusiasta. El propio Palacio Real parecía una isla emergiendo del océano. Usualmente el mundo de abajo podía verse refractado a través del fondo del Mar de las Nubes, pero si las nubes de tormenta cubrían la base del mar completamente, nada podía verse desde arriba.

Seirai rió y extendió su mano. Taiki tomó la mano de su regente, alzó su mirada hacia él diciendo: "Mejor nos damos prisa, las nubes podrían rodearnos totalmente y bloquear el paisaje por completo".

Simulando tener en cuenta esta información, Seirai sonrió y comentó: "Bien, conozco un atajo". "Vamos".

Taiki asintió diligentemente. Él tenía una afición particular por "los atajos" de su regente.

Seirai hizo uso discrecional de los caminos y corredores usados por los funcionarios de bajo rango de palacio, incluso atravesaban ventanas de palacio, patios o áreas oficiales.

Taiki se sentía impresionado y curioso por la arquitectura, conformación o contenido del Palacio Real. A eso se sumaba la diversión de estar agachándose o deslizándose por las sombras, para no ser descubierto por algún funcionario curioso.

Ese día, sosteniendo la mano de Seirai, ellos se escabulleron entre los rincones y grietas de las oficinas gubernamentales, mientras conversaban sobre enlazar con un segundo atajo. Saliendo furtivamente bajo el majestuoso balcón de un edificio habitacional para los sirvientes, alcanzaron un patio. Allí un grupo de personas salían de un edificio cercano junto con varios kijyu.

"Taiho" dijo una voz.

El sorprendido interlocutor se detuvo inmediatamente. Rápidamente Taiki retrocedió para esconderse pero quedó cara a cara con Seirai.

"¡Hemos sido descubiertos!"

"Bien, supongo que no tenemos otra alternativa mas que rendirnos pacíficamente y aceptar lo que venga..."