"Durante cien años la Ley de la Tierra fijó un impuesto del diez por ciento". "Luego se permitió a los gobernadores e intendentes añadir un cinco por ciento". "La proporción del impuesto real actual fue reducida, debería ser del ocho por ciento y ningún agregado debería permitirse". Eso fue lo que Yoko respondió. "Además, esos gastos de contingencias son excesivos y no he oído de ningún alza o cargos adicionales". "Se supone que las medidas de protección y construcción son proporcionadas por el Ejército Real, sin costos adicionales para la población". Rangyoku respondió con risa nerviosa. "Por eso dicen que Shouko es un tirano". "No entiendo por qué la Reina mira hacia otro lado cuando personas como él abusan de su poder". Ella cortó el hilo con el que estaba cosiendo y guardó la aguja. "Debo revisar la cena y tú deberías cambiarte". "Si Keikei ve toda esa sangre, se caerá de espaldas". Yoko abandonó el vestíbulo y fue directo al estudio. Se anunció ante Enho y entró en el cuarto. Él estaba reemplazando un libro en el estante. Cuando vio la sangre sus ojos se abrieron expresando sorpresa. "¿Yoko de dónde salió esa sangre?" "Ayudé a alguien que sufrió un accidente, pero eso no es lo que me ha traído aquí". "¿Sabía usted que la taza de impuesto en Shisui es del setenta por ciento?" Enho suspiró suavemente. "Ya veo, usted escuchó sobre eso y por esa razón viajó a Shisui". "En realidad, esa no es la razón por la que viajé a Shisui. ¿Pero es verdad?" "Es verdad, tome asiento". "¡Yo nunca he autorizado semejante cosa!" En respuesta al enojo de Yoko, Enho toma aire y señala cortésmente una silla. "Perdiendo su temple no resolverá nada". "Yoko, la taza de impuesto en Hokui es del treinta por ciento". Yoko abrió su boca asombrada. "¡Pero Hokui se encuentra en la provincia del kirin!" "No importa cuan compasivo sea el gobernador, él solo no puede controlar todas las cosas cada minuto del día". |