"Por lo que dices, debió ser Shouko". "¿Quién?" preguntó Yoko, mientras se aproximaba a ella. Rangyoko regresó a su silla en el cuarto principal y continuó la costura que había interrumpido. "El intendente de la prefectura de Shisui". "Si el carruaje era realmente lujoso, debió ser él". "Nadie, excepto el intendente tiene un carruaje así". "¿Es conocido aún fuera de su prefectura?" "Sí, mucho". "Es un hombre despiadado que no se relacionaría con personas humildes como nosotros, pero su crueldad es conocida", respondió Rangyoku frunciendo el entrecejo. "Hay personas en Hokui que llegaron buscando refugio luego de huir de Shisui". "No has sabído de ellos recientemente porque pusieron guardias en la frontera de la prefectura, que inspeccionan y arrestan a las personas que tratan de salir". "Rumores muy malos provienen de esa prefectura". "¿En serio?". "Nosotros tenemos mucha suerte de vivir en dominios del Taiho". "Escuché que el gobernador de Wa es un horrible déspota". "Hace mucho tiempo él fue gobernador de este estado provincial". "Sí, Enho también me comentó eso". Rangyoku asintió. "Las personas que vivieron en aquella época cuentan cosas terribles, afortunadamente lo transfirieron a la provincia de Wa". "Debe ser muy duro para las personas de allí". "Tampoco puedo asegurar que nuestro pacífico estilo de vida se mantendrá para siempre". "Ahora vivimos en esta provincia. Aunque el bondadoso kirin continúe dirigiéndola, cuando yo cumpla veinte años, podría tener que mudarme y podría terminar en Wa". "O eso supongo". "Me gustaría encontrar una persona, con quien pueda compartir mi vida, en dos años", dijo Rangyoku riendo. Yoko inclinó su cabeza intrigada. "Si encuentro un buen hombre en Hokui y contraigo matrimonio obtendré mi partición". "Si me registro con su nombre, podría transferir mi partición a su poblado, si hay tierra disponible allí". Yoko parpadeó con sorpresa. "¿Esa es tu razón para casarte?" |