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Los Doce Reinos: La orilla del crepúsculo

Tal vez cansados por el insufrible calor del mediodía, los pájaros abandornaron los cielos y se refugiaron en los árboles. Un perro que se arrastró bajo la delgada sombra del alero de una casa, dormitaba apacible. Un anciano, se sentó en una silla junto al perro y al quedarse dormido, dejó caer su mano. El perro se despertó sorprendido y alzando su hocico, lanzó una mirada lánguida a su amo.

En ese momento una sombra ocultó el sol.

El perro se despertó alarmado. Desde el este una nube se robaba el cielo veraniego como un eclipse invasor. El olor de la brisa húmeda alcanzó el hocico del perro y un trueno resonó en la distancia. La nube cubrió todo el cielo y sumió el área en la oscuridad.

Una oscura sombra alada aparecía al mismo tiempo sobre los cielos de Gyoten. Como si comandara la nube, se dirigía trazando un arco hacia el Monte Ryo. La mayoría de los ciudadanos esperaban la lluvia, pero aquellos que se detuvieron a observar, pudieron reconocer lo que veían.

Sus alas estaban extremadamente débiles, el blanco plumaje que cubría sus alas estaba dañado y raído, sus negros penachos de vuelo rasgados o perdidos. Apenas podía mantener su curso planeando. Sus alas rasgaban desesperadamente el pesado aire húmedo. Descendiendo como un pájaro herido, procuraba alcanzar el Monte Ryo.

Las gotas de lluvia comenzaron a caer, como si intentaran arrojar la silueta alada hacia la tierra. La ráfaga de lluvia se volvió un duro aguacero que presionaba con fuerza aquellas alas. Justo antes de desaparecer en la distancia, le pareció a los espectadores que la determinada figura procuró ganar altura para tomar un respiro evadiendo la tormenta.

La figura pareció haber sido tragada por la cortina de agua producida a causa de la tormenta.

Toshin holgazaneaba junto a las enormes puertas. Las puertas estaban localizadas a mitad de camino entre la base de la montaña y el palacio, estaban justo debajo del Mar de las Nubes. Las puertas de guardia tenían varias veces la altura de un hombre. Frente a estas había una amplia terraza. Se trataban de las puertas "Puertas Prohibidas", que proporcionaban el único acceso directo al Palacio Kinpa y a la Corte Real, sobre el Mar de las Nubes en lo alto de la montaña.

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